Campo de Otoño
Hay creaciones que no se piensan, simplemente se sienten. “Campo de otoño” nació así, sin planificación, con los ovillos que tenía en casa y la inspiración que me regaló la estación. Una manta que tejí sin apuro, rodeada de árboles que dejaban caer sus hojas, como si acompañaran el ritmo de mis agujas.
Elegí el parque como taller. Ahí donde la hora no corre, donde el canto de los pájaros y la tibieza del sol me envuelven en silencio. Tejer ahí es una forma de meditar, de escuchar lo que adentro se acomoda sin palabras. Cada punto fue una pausa, una respiración consciente, un agradecimiento por ese instante.
Los colores se tejieron solos, como si supieran qué forma querían tomar. Marrones, mostazas, verdes suaves... todos reunidos como un pequeño paisaje de otoño en movimiento. “Campo de otoño” es eso: un retazo de estación atrapado en lana. Un recuerdo cálido que ahora abriga.
Esta manta es parte de mi camino, de este proceso de crear desde el alma, con lo que hay y con lo que brota. Es también una de las primeras piezas que formarán parte de mi tienda, donde cada tejido cuenta una historia, una pausa, una conexión.
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